Lo suyo no era un trastorno de la personalidad, no era un déficit de atención, no era «anormal». Todo aquello constituía su personalidad. Era maravilloso. Era fascinante. Y seguía allí, latente, cuando la medicación hacía su efecto; la introspección, la lentitud, la aparente desaparición de la persona era en realidad un estado distinto, falsamente apaciguado, en el que otras facetas podían por fin ver la luz. Esa desconexión forzada, de una hiperconexión que permitía a unas tareas mentales imponerse sobre otras, era la mejor manera de sobrevivir. Al menos en aquel momento y mientras la ciencia no hallase una solución más refinada.
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El texto es del @DrLitos para Principia, y hace algo que jamás había leído y que me ha encantado leer, no sólo por la forma con la que está escrito que es genial, sino por la perspectiva que aporta a todo esto. He intentado varias veces en el blog intentar sacar el "cómo" se siente un TDAH para que un neurotípico pueda entenderlo, pero jamás había pensado en un texto en el cual un neurotípico tratase de describir a un TDAH. Personalmente me ha encantado, y por ello tengo que darle las gracias a Litos por dedicar tiempo a las cosas invisibles que duelen y hacerlo con tan buen gusto.
