¿Qué hacer, qué decir... cuando los cimientos se hacen polvo, y la vida se deshace en forma de metralla penetrando en el hígado, atravesándote los riñones...rasgando el tejido vivo de la propia existencia?
Se encontraban muy lejos de casa y sabían que el mendrugo de pan que habían comido esa mañana no bastaría para regresar. Las calles estaban sembradas de cuerpos congelados, envueltos unos en mortajas improvisadas, sentados o tumbados otros en la postura en que habían caído. Ellos caminaban despacio para sin dejarse conmover por aquellos muertos ni por la idea vaga e indolora también, de quedarse rígidos. De pronto Volski observó que Mila tenía la barbilla blanca, como manchada de polvo: señal de que empezaba a congelarse. Quiso frotársela, pero sus entumecidos dedos no le respondian. Se abrió entonces el abrigo, atrajo hacia sí a la joven y oprimió la cara contra el pecho. Y así quedaron abrazados un rato, en medio de la calle, en el crepúsculo, como velando a los muertos. Fue su primer abrazo.
Cuando llegaron a Neva vieron una larga fila de gente al pie de un edificio. Su instinto de hambrientos sacó la conclusión: multitud, cartilla de racionamiento, pan. Sin embargo había algo extraño en aquella cola: la gente entraba pero no salía, como si prefiriese comer su ración dentro, guarecida del viento glacial del Báltico. Al acercarse, Volski y Mila advirtieron con estupor que se trataba de un teatro, la Comedia Musical, y que aquella gente, muda por el agotamiento, había acudido para asistir a un espectáculo. El cartel anunciaba una opereta: Los tres mosqueteros...
Una ciudad sitiada durante casi cuatro años, temperaturas de más de 20 grados bajo cero, muerte hambre y frío ! Y la respuesta de las almas que se arrastran es... ¡ Teatro !
Cuatro años después era otra la ciudad que temblaba que se desangraba de esperanzas y de habitantes, ciudad que pasó de cumbre a infierno en muy poco tiempo. ¿Qué hacer cuando las tropas enemigas están a tan poca distancia de tu hogar? ¿Cuando sabes que todo lo que conoces va a desaparecer, va a quedar quemado y enterrado bajo los escombros y los obuses? ¿A qué dedicarías las últimas horas de tu vida? ¿A saquear? ¿A llorar y quejarte?.... Es difícil responder a estas preguntas, por eso te pido que vuelvas a poner la canción inicial, que subas el volumen todo lo que puedas. Siéntate, cierra metafóricamente los ojos... Ahora estás en Berlín, es 1944. Las sillas rojas están cubiertas de polvo, parece que hace tiempo que la limpieza no es una prioridad, hoy has vuelto a conformarte con una escasa ración que has compartido. Fuera, las noticias siguen siendo malas y como cada mañana desde hace unas semanas siguen lloviendo los panfletos cargados de desinformación. Eres consciente de que no queda mucho, una bomba si tienes suerte, o quizás fusilado... Empieza el concierto y pronto el torbellino de ideas da paso a un ciclón de sensaciones. Las notas que surcan tu piel, hacen que cada uno de los vellos se levante a aplaudir, los ruidos exteriores se confunden con los de tu corazón que sonríe ignorando una verdad... verdad que en estos momentos es mentira.
Sentado en tu asiento ajeno al caos que rodea el edificio, dicen que la belleza lo es más en contraste con la tragedia. disfruta pues y atento..minuto 2:20 y minuto 5:40... Son probablemente artillería antiaérea. ¿Correr y llorar? Nah...disfrutar de la función.
Agradecimientos:
-A mi Madre, por regalarme el libro de Andreï
-A Carlogratto, por descubrir ese audio y compartirlo.
-A mis queridos europeos por pasar la historia de guerra en guerra... ¡ Y con ese buen gusto !
-Al frío y a la pólvora.
-A la música y a la muerte
-A los cobardes que un día se sientan y deciden ser valientes...
Auf wiedersehen!