Es verano, y yo debería estar quejándome, as usual, del calor, del aburrimiento, de los exámenes, de la tremenda putada que me han hecho en el examen final de ecología...
Pero no, no vengo a quejarme.
Este año pasado cuando fui a las rangers en Portugal vi como la gente no soportaba el frío el hambre y el sueño...vi como poco a poco se rompían y se rendían, mientras yo me iba animando y disfrutando más y más del combate y la supervivencia. Volví de lo que muchos llaman "dificultades" enamorado de ellas, volví orgulloso por sentir que podía.
Hace ya más de un mes empecé la temporada de exámenes, 40 días de estudio intenso, 36 días entre entre el primer y el último examen. Un trance que casi todo el mundo pasa a regañadientes, un trance que para mi siempre ha sido una odisea imposible.
Recordé a todos aquellos que se retiraban en los camiones mojados, muertos de sueño y con la mirada vacía pensando en la cama que les esperaba en sus casas. Mi infierno era otro, mi infierno no tenía nada que ver con la supervivencia...el mío son los apuntes, el trabajo que requiere atender y centrarse en cada asignatura. Así que decidí...que para salir del infierno había que cruzarlo. Cruzarlo y no decaer ni un instante una guerra...¡contra mí mismo!
Y así ha sido, pensé que no podría...días que se hacían eternos, cambios de humor...de las lágrimas a la risa sin causa... hasta perder la noción y las ganas de todo. Hasta el último examen. Hasta el último aliento.
Primero pensé que había perdido el tiempo, que había ido contra mi naturaleza torturándome...que nada de lo sufrido había merecido la pena. Luego empecé a sentirme bien, aquello era una victoria, era la primera vez en mi vida que era capaz de hacer todos los exámenes, de estudiar el día antes, de soportar toda la temporada entera. Siempre pensé que por ser TDAH nunca iba a ser capaz...pero he sido capaz, y la sensación de superación es increible, compensa el esfuerzo. Luego llegaron los aprobados, incluso algunas buenas notas, también suspensos y alguna que otra injusticia. Pero ahora algo es distinto, ahora no tengo miedo de septiembre, ahora se que puedo, ahora se que soy capaz.
Tengo otra gran victoria que contar, algo que aún no termino de creerme...pero bueno ya la contaré otro día...pues gracias a mi cabezonería, este verano no tendré que aburrirme en el determinismo y la negatividad...
Este vídeo, es mi forma de expresar lo que ocurre....para unos el verano es esa tranquilidad en la costa... ese periodo de inactividad para relajarse. Para mi es construcción, es velocidad...es un intento, casi siempre frustrado, de recuperar lo perdido. Hasta ahora esa fuerza terminaba en frustración, ya que me sentía atrapado, ahora puedo construir...como las grúas del vídeo. Un contraste....otro más, ¿y qué es la vida, sino contrastes?