Música para la metalectura
Un sábado de 1998 mientras volvía a casa de madrugada iba mirando el cielo nocturnoy las estrellas.
Me preguntaba por el futuro, ¿qué habría de venir?, ¿cómo sería?
Apenas podía entender el presente y lo que me rodeaba. Me sentía ágil mentalmente, me sentía preparado, jugar en una liga superior, moverme con gente mayor que yo, todo eso le daba interés al asunto. La novedad... todo era nuevo, la música, la gente, las situaciones... pero me sentía tan bien, tan dentro de "algo".
Era distinto con la gente de mi generación, los cuales no me aportaban casi nada nuevo, los cuales vivían atados por cosas que a mí no me preocupaban. Mientras al otro lado estaba lo prohibido todo un mundo por descubrir.
Me gusta pensar que ese fue el principio de mi emancipación mental. La primera etapa en solitario.
Un sábado de madrugada cualquiera de 2009. Las cosas han cambiado mucho, muchísimo. La música, la gente, el escenario, las sensaciones, ya no hay novedad. No es ni tan siquiera la misma población. Ya la edad no importa, muchas cosas han cambiado, excepto la manera en la que miro las estrellas al volver por la noche. La posición de alguna constelación me hace pensar en la orientación que toma el firmamento, que me engaña con su aparente inmovilidad... Entonces lo entiendo.
Es cómo una torre de cristal.
Sus paredes exteriores de negra obsidiana con perforaciones de formas estrelladas
Dentro, siempre está oscuro aún cuando por las perforaciones entre luz, luz de estrellas, o luz de soles lejanos. Soles o estrellas... cuestión de perspectiva
En el interior de la torre, los pisos son de metacrilato.
Puedes ver todos, pero sólo puedes diferenciar entre los más cercanos, ya que se fusionan en un plano de fuga en la lejanía, siendo imposible diferenciar si lo que ves arriba está dos, tres, o cuatro pisos sobre ti.
Pasas el tiempo mirando arriba, preguntándote cómo será el siguiente piso
Pero realmente sólo tienes claro como era el piso de abajo
Te haces mas fuerte y listo a medida que subes
Se despeja poco a poco la duda, pues cada vez hay menos pisos por encima y una sorpresa es mas difícil.
Los objetos dejan de mezclarse en el horizonte, se separan, puedes distinguir incluso alguno que están en un planta y no en otra
No es mucha la luz que entra por las estrellas, pero sabes que tarde o temprano fuera será de noche y se terminará el tiempo
Lo más irónico es que todo el cielo es un plano de fuga que nos engaña haciéndonos pensar que está quieto observándonos, cuando en realidad...
Gira a una velocidad de miles de kilómetros por segundo tragándonos como un enorme remolino oscuro
Miramos arriba cuando nos sentimos perdidos, miramos al cielo que nos traga, el remolino al que caemos. Lo que para las galaxias y las nebulosas es un suspiro, un choque inevitable, quizás una catástrofe. Para nosotros es un instante. La mota de polvo en la que habitamos, y el tiempo casi congelado en el momento perfecto. Vivimos en un instante, pensando en el siguiente parpadeo. Y aunque la metáfora sea desproporcionada... Somos como una colonia de bacterias que habita en la superficie de una locomotora que avanza a toda máquina contra otra que viene en sentido contrario.
Y ni nosotros ni siquiera nuestro sol existirá para dar cuenta del choque, ergo... ¿no le da ese hecho una nueva perspectiva a todo? Todo es más pequeño de lo que parece, todo es relativo, interpretable.
Cuando miren al cielo preguntándose por el futuro, ahora ya lo sabran. Caída libre en el vacío espacial, disfruten del paseo y de la adrenalina, cada vez que miren arriba !
Imagen: Babak A. Tafreshi
La foto fue descubierta por nos en: http://fogonazos.blogspot.com/
Para curiosos: Milkómeda
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