sábado, 15 de mayo de 2010

Georgia ( 5/4 )






La Estación Gris


El trayecto llegaba a su fin, hacia tiempo que el tren se había posicionado prácticamente bajo la puñalada que la ciudad oscura producía en las nubes; aún así el paisaje no había cambiado demasiado.
En las horas que había durado el trayecto apenas había pasado un sólo pensamiento por su mente, estando la mayor parte del tiempo con la mirada perdida, la mente en blanco y una desagradable sensación de desconsuelo en su estómago. Era casi como si su mente hubiese corrido un triatlón, y ahora se negara a funcionar.

-"Te preguntas si todo lo que ha pasado es verdad o mentira, ¿cierto?"
Dijo una voz tras de sí.


Raven, sorprendido se giró hasta que sus ojos se clavaron en un señor que se acababa de levantar de uno de los asientos.

-"¿Quién es usted?", respondió Raven


-"Esa no es la pregunta, y en tal caso la respuesta no te iba a servir para nada. En tu cabeza hace unas horas estabas en una gran sala de fiestas, pero ahora te dicen que han pasado semanas... Si piensas en aquella sala, sientes que apareciste allí sin ningún recuerdo previo, sólo con sensaciones. Ahora estás en un tren, un tren que no recuerdas haber cogido, lleno de gente que no conoces, sin embargo las sensaciones siguen siendo increíblemente familiares, ¿verdad?"

-"Es como tener amnesia..."

-Hay diferencias entre la amnesia y tu situación. Podrías preguntarte si la sala era real, si este tren es real, si tu mismo eres real. Son preguntas obvias, pero de respuesta inútil. Igual que para el amnésico preguntarse si tiene o no esposa es algo lógico pero de respuesta inútil. Aunque a él le digan que la mujer de la foto es su esposa. ¿De qué le serviría si no alberga la sensación de amor o cariño? Sin la experiencia y los recuerdos, las vivencias y las sensaciones... Saber o no quien es su esposa no le solucionará demasiado su problema. Es más bien algo empático para nosotros mismos, le damos datos le contamos quién es él. Pero no podemos transmitirle las sensaciones que emanan de dichos datos.
En ese mismo punto, ¿de qué te serviría saber que la sala que recuerdas no era real? ¿Acaso convertiría este tren en algo más real?
O mejor, mira ese ocaso que cubre el horizonte y dime que sientes.

-Yo...siento tristeza, melancolía. Siento que el cielo se ha rendido y cae de rodillas ante lo inevitable.

-Y bien, que ese cielo sea real o no..¿cambia algo?, ¿No es acaso tu sensación suficientemente intensa aún con las dudas que tienes? A veces poco importa que un amor sea o no real, que un sueño sea o no real. A veces las sensaciones que de esos sueños escapan son en base lo más real que tenemos en la vida.


Mientras ambos discutían, el tren empezó a reducir velocidad. La primera parada estaba muy a las afueras de la ciudad, aún en pleno yermo. Sólo la constituía un andén desierto y un viejo banco de metal.
Tan pronto como el tren paró y abrió las puertas el misterioso hombre se despidió y se apeó en el solitario andén. Raven ni tan siquiera pudo descubrir su nombre, sólo su acento italiano el bigote y su pelo canoso habían quedado como recuerdo de su conversación.


El tren Yersinia reanudó su marcha tan pronto como las puertas se volvieron a cerrar. La siguiente parada estaba ubicada en el cinturón exterior de la ciudad, unos suburbios compuestos casi enteramente de tiendas de campaña y chabolas a medio construir. Más que aspecto de mal barrio el lugar aparentaba ser una zona de refugiados de guerra, el color predominante el marrón claro, los verdes oscuros y el rojo del metal oxidado. Los caminos de tierra como caóticas raíces fasciculadas que se hundían hasta los muros de la ciudad, era un lugar bastante peculiar, e incluso en todo su caos se apreciaba un cierto orden.

En pocos minutos el tren comenzó a cruzar entre las primeras lineas de tiendas, la gente casi ni lo veía, sus ojos estaban vacíos, sus pies sucios del barro que la infinita cortina de agua producía. Pronto se hizo patente que había muchísima más gente de la que a una primera vista se pudiese imaginar. Eran hordas de personas, mentes que no estaban ni fuera ni dentro. Que no pertenecían ni a los durmientes ni a los despiertos...
Un sentimiento de angustia y nerviosismo empezó a envolverle justo al notar que el tren paraba, Raven sabía que que esta era su parada.

Un pequeño edificio, oscuro y descuidado con rejas rojas, en el andén un señor uniformado y de expresión cansada hacia señales al tren para que parase. No pasó demasiado tiempo hasta que el tren se hubo detenido completamente, la puerta se abrió y un sonriente señor indicó que era la hora de bajar.


-"Bienvenido a la estación gris, espero que su estancia en el campamento Wahlund sea de lo más agradable. Yo soy Hardy Weinberg jefe de la estación."


-Yo soy Raven, encantado.


En un principio, y una vez el tren volvió a continuar su camino, Raven no sabía que hacer o que pensar. ¿Buscar techo?, ¿Un nuevo destino? Ni siquiera sabía donde estaba, ¿cómo iba a saber a dónde quería ir?


-Verá estoy... perdido, bueno quizás para estar perdido uno tiene que no haber estado perdido en algún momento. Realmente no tengo la palabra exacta que defina mi situación, no tengo un hogar, una tierra. O mejor dicho, no sé ni siquiera si la tengo, la verdad estoy bastante confundido y este lugar no mejora la situación


El jefe de la estación lo miró con expresión de desaprobación...

-¿Perdido? Eres de esas personas que pierden el tiempo, y se lo hacen perder a los demás, haces preguntas que no son claras. que no son concretas. Esperas que los demás hagan las preguntas por ti, y además te respondan. Esperas que los demás hagan todo el trabajo y tu sólo tengas que dejarte arrastrar por la corriente. Me apuesto algo, a que eso es lo que has estado haciendo hasta ahora. Dejar que todos decidan por ti, dejar pasar los acontecimientos y no plantar cara a lo que no te agrada.


A Raven no le quedaban fuerzas ni argumentos para defenderse, así que se limitó a bajar la mirada y seguir escuchando, en el fondo parecía que el viejo jefe llevaba mucho sin hablar con nadie y estaba disfrutando con la lección.


-¿Ves toda esa gente? La mayoría no sabia lo que buscaba, no lo tenían claro. Muchos buscaban dejar de sufrir, otros querían ser más libres, algunos se movían por simple curiosidad...otros tan sólo venían siguiendo a la masa. Pero buscasen lo que buscasen han terminado aquí. Después de todos estos años he llegado a una conclusión. Quienes están aquí tienen algo en común, y no son sus deseos, sus sueños o su forma de ser. Todos se movían buscando "algo" Pero no sabían que era ese "algo". La mayoría lo ornamentaron. Buscaban más gloría, buscaban entender mejor el mundo, o simplemente sentían que algo no encajaba en el su vida, que algo fallaba, pero no sabían de que se trataba. Su punto en común era ser diferentes, no estar adaptados a la norma, no aceptar lo que les tocaba vivir. Incluso aquí tendrás que seguir buscando y tratando de entender, así que no pierdas más el tiempo con cuestiones de fruto y céntrate en la raíz.


Incoherencia. Esa fue la primera palabra que le vino a la cabeza a Raven, pero no llegó a materializarse, quedando entre el pensamiento y la garganta. transformándose finalmente en un frío

"-De acuerdo"

Con esto, Raven emprendió la marcha a través de las tiendas, caminaba rodeado de triste indiferencia, de personas que no entendían las razones de su sufrimiento, y por lo cual no sabían como ponerle remedio. Autoengaño e incoherencia eran en base sus únicos compañeros.


"Mirada desde el tren Yersinia, Georgia", foto retocada por mamimi.

3 comentarios:

  1. Brillante. Cada vez me metes más en la historia.

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  2. Me cae bien el señor con acento italiano

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  3. La incoherencia nos persigue, y en el autoengaño es demasiado fácil caer... tal vez hacerse preguntas, aunque sin llegar a saber la respuesta, sea más complicado y merezca la pena!

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