miércoles, 3 de marzo de 2010

Georgia ( 4/4 )

Georgia (1/4)
Georgia (2/4)
Georgia (3/4)


La ciudad de las mentes rotas


La atmósfera del lugar era irritante y oscura, una especie de gran ataúd metálico lleno de asientos, a su alrededor una multitud de cuerpos se lamentaban. Entre todos los cuerpos el mío era uno más, que se retorcía de dolor en el sucio asiento que ocupaba.

El pecho me oprimía, me costaba respirar. Mientras intentaba acompasar mi respiración y mi vista comenzaba a serenarse, pude notar los crujidos y movimientos que me hicieron caer en la cuenta... Iba en un tren. Los asientos rojo oscuro, en algún tiempo lujosos, ahora estaban cubiertos de un denso polvo. Las luces parpadeaban al ritmo del vagón, su luz amarillenta inundaba todo el habitáculo dándole un aspecto muchísimo más antiguo. Tal cómo iba mirando a mi alrededor y veía a todos esos viajeros sucios y polvorientos casi vagabundos, no pude evitar ver caras conocidas a mi lado. Olegunnar, El señor Ponce de León... Eran ellos pero parecían viejas y polvorientas momias de si mismos. Sonreían de una manera casi escalofriante. Pareciese que soñaran con grandes cosas. A pesar de su aspecto parecían felices


Instintivamente me levanté de mi sucio asiento y me acerqué a una de las ventanas. Al principio no podía ver más que mi propio reflejo. Había cambiado mucho... mi pelo ahora me llegaba casi por la espalda, las barbas cubrían casi todo mi rostro. No podría decir con seguridad cuanto tiempo había pasado desde que los muros de aquel gran salón se derrumbaron, ni que había pasado después, quizás... había muerto. Pero no, yo aún podía saborear aquel paisaje increíble, aún notaba el calor del sol y el aroma del bosque...¿Cuánto había pasado, qué había ocurrido...?


Mientras me encontraba absorto en mis pensamientos, mis ojos se acostumbraron a la oscuridad. Al otro lado de la ventana, se empezaba a dibujar la silueta de una enorme ciudad. Cómo de cristales negros, rodeada de una llanura desértica y rocosa. El tiempo lluvioso y el atardecer en el horizonte le daban un aspecto maligno, pero mágico.

Los altísimos edificios cómo cuarzos negros parecían clavarse en el cielo, y este parecía sangrar sobre todo el horizonte con un rojo intenso pero apagado. Los colores, las formas, la sensación; era cómo ver a un viejo Dios que muere apuñalado. Gott ist tot, pensé.


De pronto noté una mano en mi hombro !

  • ¿Hola?

Me giré rápidamente, y vi a un chico bajito y sonriente de pelo corto y oscuro.

  • Ho..Hola, ¿dónde estoy?, dije

  • Está usted en el tren Yersinia.

  • ¿Tren Yersinia? No entiendo nada...


  • Es normal que no entienda nada; en el tren Yersinia viajan las mentes dormidas que se dirigen a la ciudad. Allí descansan en un sueño compartido. Estas mentes luchaban contra la realidad, pero al final terminaron rindiéndose, cómo último movimiento crearon una especie de sueño en el cual habían conseguido la victoria, una mentira que hicieron verdad, un sueño del que han hecho su realidad. Y en ese sueño ahora viven felices.

  • ¿Entonces qué hago yo aquí?
  • A veces alguna mente despierta, mentes desconfiadas, que ni tan siquiera creen que han podido ganar. Tan acostumbradas están a luchar, que la victoria les parece un engaño. Seguramente a usted le ocurrió lo mismo.


  • Sigo luchando, pensé. ¿ Que se supone que será de mi?

  • Eso depende de usted, mi misión es llevar estas "almas" a su lugar de descanso. Por supuesto, usted se tendrá que bajar antes de llegar a la ciudad. En los suburbios, allí malviven todo tipo de personas, malviven a las puertas de la ciudad entre escombros y chabolas. Entre realidad y verdad, bajo una lluvia que nunca termina, frente a un atardecer que nunca acaba.


Con estas palabras aquel chico siguió su ronda por el tren Yersinia, mientras se alejaba por los polvorientos y oscuros pasillos del tren parecía que tatarease "Oman de Prodigy".

Imagen por: mamimi

3 comentarios:

  1. mamimi dice:
    dame más datos

    [Raven]neo dice:
    El cielo, es oscuro pero sin llegar a ser de noche, no es un anochecer agresivo es más una rendición un abandono del día.
    La lluvia es constante, pero sin embargo todo está seco y muerto por abandono de la vida
    una retirada pacifica como una muerte invisible
    un Dios que fue grande y que ahora se desangra, pero casi ni tiene sangre con la que manchar el suelo.
    Desde el tren viejo y robusto ves la escena, no te sientes seguro, pues es un ataúd de metal polvoriento, y aunque fuera esté el ocaso y la lluvia. Dentro sólo hay gente que se ha rendido, cómo se han rendido las plantas, como se ha rendido el sol. como se ha rendido el viejo Dios

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  2. vaya, así que incluso las mentes que resistían se dan por vencidas y se dejan llevar finalmente en el tren...

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