Y en todo ese caos imperial entre todas esas fachadas de estilo flamenco, donde se cruzaban palabras de mil idiomas... Empezó a sonar la música, el cuarteto de cuerda que tocaba ajeno al caos cual orquesta en un barco que se hunde. Llegó la música y calmó mi alma, volví a sentir el cielo, volví a saborear los pájaros, volví a tocar miradas, a soñar vidas...a casi vivir un sueño.
Bélgica. Qué grandes recuerdos.
ResponderEliminar