lunes, 19 de diciembre de 2011

Cada día es una segunda oportunidad.





Era orgullosa en una época en la que nadie debía serlo, luchó contra lo establecido...y no me refiero a política ni nada de eso...qué ordinariez, me refiero a esos pequeños detalles que hacen que nuestra vida vaya sobre railes. Se enfrentó a ellos en cada instante de su vida, vida nada fácil, como la de casi todos.

Odio cuando la gente habla bien de los muertos, por el único echo de que lo estén, no es el caso, con ella nada era como suelen ser las cosas. Por eso aunque tenga un funeral normal, aunque ahora todos hagan lo normal, aunque la gente llore de forma normal...yo intentaré hacer las cosas como las hacía ella, de forma anárquica sin que me importe lo que nadie piense, sin que la norma cuente ni lo habitual impere.

Ser especial no te libera de la responsabilidad, nada te desata del ciclo del carbono, igual que la estrella muere para dar vida a sistemas estelares, igual que el planeta de roca fundida se enfría para dar lugar a la vida orgánica, igual que el organismo muere para que los enlaces de alta energía que forman su estructura pasen a formar parte de otra molécula de otro organismo

Es inevitable, pero estos pensamientos me los tengo que guardar, nadie quiere escuchar en estos momentos a un listillo que casi carece de empatía, el ser humano se vuelve irracional cuando pisa el magma del que viene y sin embargo probablemente dentro de unos meses pocos se acuerden y vuelvan a sus vidas razonadas.

Pero son los pequeños detalles los que hacen recuerdos en mi mente, los que cuentan, son esos guiños irreverentes contra lo que se espera, esas frases a bocajarro que vuelan de su boca sin que importe lo inapropiadas que suenen. Esa sinceridad aplastante de quien se tiene la estima suficiente para no necesitar las hipócritas palabras de los demás. Ese orgullo que tanto se odia hoy en día, en este mundo de humildad platónica, cristiana y nauseabunda.

Y es por esa sinceridad, por ese orgullo y por esa independencia social...por lo que al menos yo pienso recordarla.

El orden extremo es inanimado. El caos extremo es muerte. Cuando el caos se ordena: aparece vida. Pero también lo hace cuando el orden se desordena. La vida es orden desordenado, la vida es Caos orientado, y la belleza de esta no reside en el tipo de moléculas que la forman, sino en el orden en el que se colocan.

Una estrella, el Sol. Un océano, el Atlántico. Una tierra, arena. Un organismo vivo, Yo.
Distintas caras de lo mismo

Gracias

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