A veces me siento pequeño e insignificante...
A veces me siento inútil e ignorante...
A veces me siento solo e impotente, ante el mundo insolente, atrapado y asustado en mi mismo. Enjaulado y enclaustrado entre paredes y rejas.
Quieren las lágrimas escapar de la prisión de carne. Quiere la carne escapar de la prisión de cemento. Quiere el niño escapar de este universo.
Pero no hay salida, sólo la ventana azul que mira a la nada, sólo la garganta infinita que grita a través de mil ventanas, y añora; y suspira... por lo que no conoce y se queja, de lo que sufre sin hacer nada por solucionarlo. Prisionero en una isla desierta rodeado de océano, sin valor para nadar.
Hay gente que sólo se quiere a si misma.
Hay gente que sólo quiere a los demás. Son mayoría los primeros, pero no por ello son mejores los segundos...
Tengo una teoría que trato de llevar a la práctica. Para querer 10 yo debo quererme a mi mismo 11. Es el límite, nunca superar lo que quieres a nadie respecto a tí mismo. No puedes querer correctamente si no te quieres a ti mismo. No puedes proteger a nadie ni hacer feliz a nadie si no eres capaz de hacerlo contigo mismo. El egoísmo es fundamental en la supervivencia, el egoísmo es la semilla de la empatía. No puede existir uno sin el otro.
Cada vez que me decepciono a mí mismo quiero un poco menos a los demás.
Cada vez que los demás sienten pena de mi, me quiero un poco menos a mi mismo.
No tolero la debilidad ni la cobardía en mi persona. Asumo la derrota como una futura victoria, asumo la victoria como una derrota fallida. Lo que no asumo es la rendición.
Por eso cuando me siento pequeño...me crezco.
Por eso cuando me siento insignificante... me prendo.
Por eso cuando me siento inútil... lo vuelvo a intentar.
Por eso cuando me siento ignorante...aprendo.
Y un día más peleo contra mi y mis fantasmas, contra mis inseguridades y mis demonios. Un día más el Sol se pone y me quedo solo en mi prisión, rodeado de mis peores enemigos sin aliados. Con mi reflejo en cada espejo amenazante esperando cualquier debilidad para hacerme caer de rodillas.
Y allí en la prisión de mi cabeza, como si un manicomio fuese, vivo en un motín eterno. Lucho a muerte siendo inmortal contra las mil y una formas que adopta el miedo. Y una vez más estaré de píe, temblando y sangrando, cuando el primer rayo de Sol entre por los barrotes. Sonreiré por haber sobrevivido a la locura una noche más para ver otro amanecer, celebraré que he vuelto a vencer a mis miedos. Me limpiaré la sangre, me tragaré el orgullo, lameré mis heridas tensaré los músculos y respiraré hondo.
Y así, un día más lucharé por ser y seguir siendo....el miedo de mis miedos.
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