Georgia casi siete.
La construcción es dispar el cielo es parte del decorado lo nombro es el recurso, es sueño y realidad a medias. Así siento que desciendo, ya no es un silencio ensordecedor se empiezan a difuminar las barreras de la nada. Ya no es una prisión de insensibilidad, caigo lentamente las sustancias abandonan mi cerebro el miedo desprevenido no puede volver a tiempo, queda el vehículo sin conductor queda el cuerpo sin patrón.
Así entre dos momentos, entre dos mundos, el de la inconsciencia química y el de la inconsciencia del miedo. Puedo ver por un instante el cielo. El horizonte, y os veo en él, recuerdo por unos instantes todo lo que fue y algo o parte de lo que es. Como Trinity en su último vuelo sobre 01. Como Kamina en su ultimo aliento contra el Rey Espiral... Es breve, pero lleno de paz.
Ahora veo, es un país es una ciudad, es luminosa pero no es cálida, es antigua pero a la par innovadora, es un sueño lejano, un Valinor de cuento. En la dicotomía de la caída lo que describo en voz alta, lo que siento para que otros vean por mis palabras lo que mis ojos y mis sentidos beben.
El salto, el despegue fue tremendo, la estasis ulterior... como un mar en calma, un universo infinito y claustrofóbico. Pero la caída es el momento, es la sensación. Durante estos instantes mi mente está más clara que nunca, libre de miedos, a una altura suficiente para permitirme la perspectiva de un Dios. Es como una avioneta que en caída libre trata de encender el motor, una paz fantasmal de libertad y frescor.
¿Qué veo? Veo La ciudad negra, me tiene atrapado con cadenas oscuras que se clavan en mi mente, al otro lado tras las nubes de tormenta tras el viejo y moribundo atardecer está esa ciudad, ese país que es mi sueño y realidad de otro tiempo, imperial y aristócrata una nórdica fortaleza. Veo que no sólo yo estoy atado a la ciudad negra, es un tiovivo de cadenas de mentes que giran cuales planetas atados al sol por fuerzas gravitatorias. La inercia es el miedo, miedo centrípeto miedo centrífugo, miedos falsos, fuerzas que ni existen, pero que nos son muy reales.
Las nubes se acercan, el cielo me escupe hacia la tierra, pronto no veré el horizonte... Encontrarme con mi yo del otro lado fue una suerte, las lentes desvían los rayos, la superficie del agua actúa cual lente, distorsionando la sensación, al igual que el cielo, al igual que nuestros ojos. Pero ahora que todos mis pensamientos fluyen libres no hay cambio de medios no hay dispersión ni refracción ni reflexión, está claro; Tengo que entrar a la ciudad negra, a su interior llegar para romper estas cadenas. Espero recordar todo al llegar al suelo, que el valor no me abandone cuando vuelva el miedo. Ni el frío ni la soledad ni la desesperanza, tengo que continuar, así que... hola suelo !
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